La buena comunicación, aquella que es sana, constructiva, fluida, nos abre las puertas, facilita las relaciones interpersonales y con uno mismo. Sin embargo, pocas cosas son más frustrantes, potencialmente destructivas, que nos produce sufrimiento como la incapacidad de entender y hacernos entender.
El significado y la autenticidad que le damos a las palabras, como las combinamos, que energía le ponemos a lo que decimos, como escuchamos construirán el diálogo. En este diálogo confluyen diferentes aspectos que harán que nuestra comunicación tanto con nosotros mismos como con el otro, nos muestre como somos o pensamos que somos.
Algunos de esos aspectos son: la manera como hablamos, con que autenticidad nos expresamos, como escuchamos, la ética y los valores que tenemos, el grado de atención y cooperación, nuestra presencia o ausencia, nuestros miedos y defensas, nuestras reacciones.
Como nos comunicamos va a señalar como nos relacionamos en general, con nosotros mismos y con el otro. La ausencia de comunicación ética y auténtica hace que dañemos nuestras relaciones, llevándonos a sentirnos solos, aislados, desconectados de nosotros mismos, de la vida y del todo.
Vivimos épocas donde los valores internos se chocan con los valores externos plasmados en la sociedad, donde el individualismo, el consumismo, la inmediatez, el miedo hace que todo sea superficial, vertiginoso, eso nos está arrastrando al estrés, el hastío, la falta de ideales, pérdida de confianza, frustración y depresión, estos parecen ser los síntomas que marcan estos tiempos.
La comunicación profunda y auténtica, basada en el mutuo respeto es terapéutico, la palabra tiene ese poder sanador, en uno de los puntos principales que se apoyan la psicoterapia de todas las corrientes y otras terapias que tratan de los dolores y sufrimientos del alma, que la impiden de expresión, que provocan todo tipo de malestares.
Les dejo un interesante artículo que se llama “La palabra y la ética, factores olvidados: ¿Qué y cómo hablamos? ¿Qué y cómo escuchamos?” su autor es Humberto Lopez que reflexiona sobre la ética en la comunicación en su uso terapéutico pero también en las relaciones.
Otro aspecto importante a resaltar es que la palabra es energía en movimiento, es dinámico, tiene un impacto y una influencia en las personas, en los ambientes muy grande, sabiendo esto tomar conciencia de que decimos y que escuchamos, con qué actitud lo hacemos y con qué calidad de presencia participamos en esa dinámica energética son cuestiones importantes conocer para una comunicación fluida.
Busca darle participación a la voz del corazón en tu comunicación ya que estarás tocando almas, busca ir con amor, con ética, equilibrio así transitarás caminos de bienestar y armonía.
Paola Ostrowicz Fischman
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