ansiedad complacer a los otros Paulo Coelho

 

Desde pequeños nos encontramos en la mirada del otro.

Al principio teníamos la sensación de fundirnos por necesidad de protección, sobrevivencia hasta que poco a poco descubrimos la separación. A partir de ese momento empezamos a descubrir nuestro ser y reflejarnos en los ojos, en la mirada del otro, en su aprobación, atención y amor.

Nos enseñaron a guardar nuestras emociones, relegarlas hasta imaginar que ya no existen, así desconectarnos de nuestro interior, a pensar y temer las expectativas del otro, reprimirnos, olvidarnos de nosotros mismos y vivir en la expectativa de amoldarse a un deseo que no es nuestro. Practicamos durante tantos años estas actitudes que son automáticas, pensamos que es nuestra esencia, pero son los miedos, las culpas, las heridas, las carencias y todo lo que la experiencia fue gravando en las paredes internas de nuestro ser, frases y dichos que no nos pertenecen, pero adoptamos y recreamos de alguna manera.

Pensar primero en la mirada del otro, del que pensarán, el que dirán, hace que perdamos la espontaneidad, la autenticidad, el sentido de lo que realmente somos, crea desarmonía, bloquea nuestro sistema energético, nuestra energía no puede alimentar correctamente todo el sistema, perdemos vitalidad, sentimos que no fluimos.

Este estado de conciencia y vibración nos lleva de cabeza a un enmarañado de pensamientos sesgados, emociones reprimidas, negadas, más pensamientos reiterativos y las emociones que los acompañan, nos identificamos con ellos y nos perdemos de lo que somos realmente. Nos llenamos de dudas, irrealidades, dolores, creencias, que nos habitan, condicionan y limitan. Esto desemboca en un ciclo interminable de frustración, sufrimiento, rabia, angustia, depresión, ansiedad que grita en nuestro interior, no encuentra manera de expresarse.

Con esos pensamientos sesgados y nuestras creencias limitantes vamos construyendo actitudes, comportamientos y actos automáticos que transbordan de nuestro interior sin que nos demos cuenta, creando actos que no entendemos muy bien, esto luego nos lleva a pensamientos de culpabilidad hacia nosotros y hacia el otro.

A veces, nuestras distorsiones de percepción nos hacen construir historias que tomamos como personales, ponemos intenciones, sentimientos, pensamientos, actitudes en el otro, sacamos conclusiones sobre una irrealidad, confundimos sentimientos con realidades objetivas.

Lo cierto que la realidad es lo que es, sin embargo, si me esfuerzo, al final puedo crear una realidad subjetiva según me convenga, tanto para bien como para mal, aunque esto al final pueda llegar a pasar una factura bastante dolorosa que se suma al dolor que ya cargamos.

Las tecnologías de comunicación actuales, como las redes sociales, las mensajerías instantáneas, nos permiten ampliar nuestras posibilidades de relaciones, nos brinda acceso al conocimiento, pero parece que también amplifican las cuestiones de la vida como si fuese una gran lupa, donde todos estamos de alguna manera expuestos a la mirada del otro, que ya bastante subjetiva por la lejanía virtual es, todo esto puede ser un disparador de situaciones de malos entendidos, malas interpretaciones, falsas expectativas, distorsiones, tergiversaciones de todo tipo, discusiones, rupturas, peleas y un montón de cosas más. A veces la diferencia entre lo que piensas, lo que escribes y lo que se interpreta puede llevar a resultados desconcertantes. Otras veces vestimos personajes de vidas que no son nuestras, lo practicamos tan a menudo que ya no sabemos quién es quién, cuando apagamos los dispositivos ya no sabemos entender los mundos que habitamos, los confundimos, personificamos dichos que no necesariamente hablan de nosotros, así terminamos sintiendo que nos perdemos de nosotros mismos.

Cuando la comunicación deja de ser fluida con tu ser, deja de ser fluida con el otro, cuando dejas de escuchar a tu corazón, dejas de expresarte desde este lenguaje, si la comunicación interior que mantienes contigo no es amorosa, ni reflexiva, ni te ayuda a crecer y superarte, acaba siendo un ancla que focaliza tu atención, tu energía, tu estado de vibración y conciencia en el lugar donde sangran tus heridas, así no cicatrizan, te debilitan, te aíslas, te bloqueas.

Gira hacia adentro, busca tu centro, observa, experimenta, reflexiona desde tu ser, desde lo que realmente eres, así transitarás por caminos que te llenen de libertad interior y te conduzcan hacia espacios de aceptación, sanación, bienestar y armonía.

Hoy les dejo un artículo sobre la comunicación en redes sociales escrito por Pedro Rojas, especialista en marketing de redes, que nos acerca conclusiones muy interesantes sobre este asunto, para reflexionar.

http://www.pedrorojas.com/interpreta-mal-publicaciones-facebook-redes-sociales/

Paola Ostrowicz Fischman

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