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Vivimos en momentos de enormes cambios dentro de ámbitos que son de la esfera íntima.

De la familia nuclear, con un padre que regulaba todas las relaciones de los hijos y hasta de la propia mujer que no tenía rol especifico ninguno más que procrear.

En ese tipo de relaciones lo íntimo estaba definido con anterioridad por los acuerdos entre familias. No había mucha elección en cuanto a definir el propio deseo, la persona que sería la representante de las emociones a vivir, el ingreso a la intimidad.

Los cambios profundos a través de los siglos en la forma de familia, de los lazos que la conforman, nos aproximan lentamente al amor romántico, que ya en este siglo XXI tiene nuevamente transformaciones que le dan nuevas características. Igualmente lo que siente un hombre, una mujer continua existiendo a pesar de cambiar el tipo de compromiso al que se llega entre los dos.

Igualmente cuando se produce una ruptura del tipo de proyecto que en esta época se asume, se produce en las personas intenso dolor. Pasamos por un intenso sufrimiento, dolor, angustia. Cada persona tiene sus formas particulares de vivenciar las pérdidas, y no solo en el amor, en el trabajo, con respectos a proyectos personales, cambios en todo tipo de accionar de la subjetividad.

El nudo donde estas cosas nos llevan al dolor, es en la recomposición de la subjetividad. Reflexionar donde y porque fantasía privada perdemos la propia identidad, la valoración de sí mismo por una girada de la posición que nos hace cambiar el lugar desde donde miramos el mundo. Se reflexiona para recuperar el investimento que hemos realizado sobre el otro, recuperar todas las fantasías colocadas ya no sobre sí mismo, sino fantasías donde se incluye al otro automáticamente. Debemos recuperar la particularidad de nuestro propio deseo, la forma de satisfacción, dejando de lado la negociación que se produce cuando se piensa en ”nosotros” al puesto de, que cosa es importante para mí.

Es un bello aprendizaje, para revisar que beneficios emocionales obtenemos en este confundirse con el otro. Si no, no lo haríamos repetidamente. Retomar la propia vida no se realiza sin dolor, pero es un profundo aprendizaje de crecimiento .Seguramente sufriremos otras veces, pero no por las mismas cosas.

Alicia Kostenbaum Psicoterapeuta

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