Cuando amamos, queremos ser amados. Tenemos una experiencia primera donde somos amados y es en esa línea que sustituimos una y otra vez nuestro objeto de amor hasta encontrar aquel que nos satisface. Es dar lo que no se tiene a alguien que no lo es…
Esa hermosa sensación de hipnotizado, donde se siente que de dos cuerpos se hacen realmente uno, es la sensación de algo muy difícil, si no imposible, que es fusionarse.
Es difícil hablar del amor, es más fácil vivirlo. El malentendido que nos queda como armadilla es que al mismo tiempo pedimos garantías para ese amor. Difícilmente tendremos garantías nuestras o del otro, en cuanto a continuidad y tal vez intensidad.
Si el amor y el sentimiento que nos es difícil de explicar pero posible de sentir, no nos promueven malestar, sigamos sus senderos. No hay garantías de eternidad, y en este siglo la ideología del amor romántico, se hace difícil de llevar adelante, sin embargo, siempre que se da el encuentro entre un hombre y una mujer, esta eterna vivencia se repetirá, lleve el nombre que lleve, cubra la falta que cubra y recubra una ilusión de bienestar y placer. El amor es el momento de fiesta. Aprovechémoslo sin garantía pero con fantasía.
Alicia Kostenbaum Psicoterapeuta
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