Independientemente de lo que está por atrás de cualquier emoción o de cualquier sentir, lo importante es saber que alguna cosa se está sintiendo.
Es inútil bloquear aquello que se siente o negar o inhibir, el camino posible es un saber que nos dice que algo esta sucediendo dentro de nosotros.
Sentir las cosas que nos pasan, no implica ser débiles, no debemos alcanzar la perfección. Quien es perfecto es considerado fuerte y superior. Esto no es así. La perfección no es una gran cualidad a alcanzar, ya que puede suponerse que los otros la ven, pero el beneficio que propone no es interesante para nuestro crecimiento, y en realidad nadie la ve, es nuestro imaginario que agranda nuestra percepción de nosotros mismos. Es nuestra vanidad, narcisismo, que es un mal consejero.
Estos sentimientos escondidos, que se refieren a cosas reprimidas, se convierten en síntomas que se albergan en nuestro cuerpo, o en nuestras fantasías y que al ser crónicos, adquieren una forma de normalidad, que se va confundiendo con lo que no funciona, y en algún momento este falso equilibrio se rompe.
El sufrimiento, la formación de síntomas se van ordenando en formas constantes. Lo que nos sucede es que parte de este material es lo que constituye nuestro inconsciente y es así que mantenemos los vínculos con el mundo y construimos nuestros lazos sociales. Iniciamos este camino desde nuestra infancia y crecemos sobre estas bases.
Cuanto más abrimos nuestras emociones y trabajamos sobre lo que sentimos, lo respetamos, lo reordenamos. Dejamos de repetir, disminuye la formación de síntomas y el sufrimiento.
Alicia Kostenbaum Psicoterapeuta
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