Hace unos años, se hicieron estudios sobre personas que consultaban por depresión, revisando los últimos 5 años que habían vivido, se encontraba en casi todos el factor de ansiedad, estrés y dificultades que finalmente cerraban la capacidad de sufrir, con la depresión.

El desarrollo de esta situación, es posible pensarla como el no poder responder después de agotar todos los esfuerzos, a las exigencias de la vida en la actual sociedad y cultura.

Fatiga, hartazgo, imposibilidad de encontrar satisfacción. ¿Para que seguir luchando? O no tener fuerzas para hacerlo.

La sociedad ha sufrido en los últimos 30 años cambios vertiginosos en todos los ámbitos. Nuestra civilización se ha transformado completamente por el desarrollo tecnológico. Tiene una rapidez de cambios que son difíciles de acompañar. No solo es difícil para las anteriores generaciones el constante avance tecnológico, sino también para las nuevas generaciones, sin darles tiempo suficiente para asimilarlo, pagando con estrés, angustia y ansiedad.

Tenemos acceso a una vorágine de objetos, que rápidamente colman nuestros deseos, como que también rápidamente envejecen. Hay objetos en excesos. Solo mirar los juguetes que tienen los niños en sus casas y se entenderá que el bombardeo se inicia desde edad muy temprana. Muchas veces se confunde la inmediatez de la felicidad que da el objeto nuevo con la satisfacción que disminuye la angustia. Pero no, la angustia sigue en el mismo lugar y se piensa que hay que cambiar rápidamente de objeto y así eternamente. No es cuestión de objetos adecuados, es ese vacío que caracteriza a todo ser humano y que lo lleva a crear, a amar, a relacionarse con el prójimo y consigo mismo.

Tanto la tecnología, como la excesiva cantidad y cambio de objetos para calmar el estrés terminan por tener una influencia que nos hace sentir que nos sofocamos, nos inunda, o en caso de no tener éxito en esta carrera de consumo, nos llena de frustración y cae nuestra autoestima.

Tenemos que hacernos responsables de la angustia y de la forma que elegimos para vivir. Podemos tratar de encontrar en nosotros mismos la forma de ser feliz, o feliz a momentos, ya que todos tenemos un punto de “falta”, sabiendo de estas trampas, en las que a veces entramos, que nos llevan a la ansiedad y a la depresión.

Podemos ser creativos, sacar provecho del acceso abierto a tantas novedades, el psicoanálisis estimula y favorece estas aperturas, permitiendo reformularnos la elección de lo que es bueno para cada uno de nosotros.

Alicia Kostenbaum Psicoterapeuta

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