En los últimos 30 años ha cambiado lentamente la idea de que la mujer es la reina de la casa. Parecería que tener un titulo tan maravilloso nos traería a nosotras mujeres vaya a saber qué beneficios, sobre la vida que se construye todos los días.
Lo que fuimos descubriendo con ese título, es que nos ponían en el lugar de la que cuida de los otros. Cuida de la familia, cuida de los hijos, cuida del marido, de los suegros, de todo lo que se piense que merezca cuidados.
En realidad también significa no cuidarnos a nosotras mismas, postergar o no realizar los deseos, de cierta sumisión, frente a las decisiones que terminan hundiéndonos en una identidad perdida.
Es así, que detrás de la fantasía de casarse y poder decidir la propia vida pasamos de las decisiones paternas a las decisiones del compañero.
No es raro acompañar a mujeres valiosas que entran en depresión, por no encontrar salidas a este status quo, sintiéndose desamparadas, desvalorizadas, y habiendo renunciado poco a poco a sus sueños y deseos mas legítimos.
La educación que hemos recibido dice que es fundamental que la mujer tenga un compañero tanto es así, que es parte de la identidad femenina. La verdad es que la vida queda limitada a los hechos del cotidiano, con un gran vacío de la subjetividad y de la existencia. Es como una mediocridad domestica que hace que finalmente no se sienta nada.
La problemática se centra en que en verdad, esta identidad esta normalizada y absolutamente definida, porque están incluidos los roles tanto femenino como masculino en formas fijas. A la mujer le resta el rol en el cual se le niega autonomía.
Esta forma de organización se acepta porque es santificado el amor, la amistad, las relaciones afectivas.
Es importante destacar que esto no es un hecho natural sino que es nuestra cultura que se ha organizado así, y alguien debía renunciar. Esta forma produce insatisfacción, rabia, depresión, desconexión con uno mismo, no se permite la subjetividad y la elaboración de la reflexión.
Esto es lo que está sucediendo ahora. Pero hete aquí, que las mujeres están realizando su propia reflexión y ven con claridad que esto no es del orden de lo natural y con la fuerza que les da reconocer su propio deseo, su subjetividad muchas cosas pueden ser reencaminadas. Si el sufrimiento nos quita fuerza, busquemos ayuda porque es posible crecer con el propio esfuerzo y revisar aquello que podemos cambiar.
FELIZ MUJER SIN DÍA
Alicia Kostenbaum Psicoterapeuta
Consultas, supervisión presencial y online
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Somos Armonía