La semana pasada hablábamos en El Arte de la Sanación Interior de la evolución de las terapias y el enfoque a lo largo de los tiempos sobre qué papel tiene el enfermo en su proceso de sanación. Llegábamos a la conclusión de que, a nuestro modo de ver, había que volver la vista a Hipócrates y poner al paciente en el centro de la ecuación, aprovechando sus propios recursos y fortalezas. Por tanto, si el paciente es el protagonista, ¿qué papel tiene el terapeuta? ¿Qué valores habríamos de buscar en un buen terapeuta? ¿Es necesario? En este post trataremos de aportar algunas respuestas.
Vivimos una época donde tenemos tanta información que se transforma en desinformación y nos cuesta entender que es lo que realmente necesitamos en ese momento para serguir adelante recorriendo nuestro camino, tomar las riendas de nuestra vida.
Hay terapias y técnicas de todos los tipos, pero no es la técnica ni tal o cual terapia que es más eficiente, realmente quien acompaña a la persona en este recorrido es el terapeuta. ¿qué significa acompañar? La premisa básica es el respeto y la empatía. El terapeuta que acompaña no es quien marca plazos, es quien apoya y anima las decisiones que va tomando el paciente, escucha sin juzgar y cree firmemente en que el paciente tiene los recursos para sanarse.
Lo único que necesita es ayuda y algunas herramientas que le irá presentando a medida que el paciente las pida o vea que está preparado para usarlas. A estas alturas quizás os preguntéis para qué entonces el terapeuta. Hoy en día con la cantidad de información que hay en la red uno puede componerse su propio manual de autoayuda, cocinando y aderezando lo que encuentra aquí y allá. Por supuesto que es posible y el camino será muy enriquecedor. ¿No montamos solos los muebles de Ikea? ¿No ponemos nosotros la gasolina en el coche? ¿No tenemos al alcance de un click miles de tutoriales en la red?
Sin embargo, el terapeuta aporta un valor añadido. Conoce técnicas y la manera de combinarlas en la dosis correcta para allanar el camino. Si pensamos en montar un mueble, lo haremos mejor, más rápido y con mayor eficiencia con un destornillador eléctrico que forzando nuestra muñeca con uno manual, dando vueltas y vueltas a los tornillos con gran esfuerzo y pérdida de energía que nos puede conducir al desaliento y a abandonar en mitad del proceso. El terapeuta es por tanto el destornillador eléctrico, el que nos acompañará con eficiencia y su saber a optimizar nuestra fuerza y energía. Ese es el papel del terapeuta energético, que nos guía en nuestro camino a la armonía. Aplicará diferentes terapias complementarias de forma holística para que vivamos sin estres nuestro proceso de transformación, disfrutando de él paso a paso. Pondrá a nuestra disposición su batería de medicina complementaria: reiki, limpieza energética, EFT y muchas otras técnicas que ira combinando en función de lo que se adapte mejor a nuestra personalidad.
Por tanto, ¿qué cualidades buscaríamos en un buen terapeuta energético?
- Buena conexión empática con el cliente.
- Intuición, sensibilidad, capacidad perceptiva
- Conocimientos teóricos y prácticos.
- Serenidad, tranquilidad, sosiego, equilibrio
- Capacidad para escuchar, saber expresarse y orientar
Estas son las que se nos han ocurrido a nosotras desde la perspectiva de terapeuta, pero ¿cuáles añadirías tú? ¡Estaremos encantadas de escucharte y leer tus aportaciones! No seas tímid@ y déjanos tus comentarios. Tus aportaciones nos ayudarán a mejorar nuestro trabajo que queremos poner a tu servicio. Y si te gustó este post te invitamos a que nos ayudes a difundirlo en tus redes sociales. ¡Hasta la próxima semana!