No permitas que te hagan daño, no juegues ese juego

En algunos momentos, las personas hacen cosas fruto del miedo, la inseguridad y la angustia, sin ser muy conscientes de la situación y de las consecuencias, sin percibir que dañan a otras personas. No lo hacen para lastimar a alguien en especial, lo hacen porque piensan que así se “salvan” a ellas mismas de las dificultades que tienen, escondiendo su vulnerabilidad.

Su estado interior modifica la percepción de la realidad, haciendo que vea lo que no es, así construyendo irrealidades que provocan sufrimientos a otros y a sí mismo.

Vivimos de manera acelerada, sin parar a reflexionar que hacemos, dentro de una sensación de inmediatez en todo lo que nos rodea, lo queremos para ya, sin medir las consecuencias, sin reflexionar como nuestras acciones y reacciones pueden interferir, transformar a otros, como altera el lugar que habitamos.

No somos seres aislados, estamos conectados de alguna manera, en sintonía, en conexión con los otros, con el entorno, con todo, tenemos responsabilidad en lo que aportamos, tanto sea constructivo o destructivo.

Cuidar de uno mismo, protegerse, aceptarse y quererse no puede ser confundido con vale todo porque yo lo valgo. Cuando pensamos y actuamos como si nuestros deseos fuesen los únicos, sin respetar a quienes nos acompañan, a nuestro ambiente, acabamos sembrando en nuestras relaciones y el entorno que habitamos energías que se alejan de la armonía. Eso nos lleva a reflexionar que podemos dificultar o facilitar la vida de los que nos rodean, podemos crear ambientes agradables a la convivencia, o caóticos y hostiles. De eso depende que hagamos florecer relaciones más sanas, en caso contrario traerá sufrimientos, destrucción, pobreza interior.

Nuestra existencia no ocurre en una burbuja, no somos espectadores de la vida, la vivimos en cada experiencia, aportando nuestra energía, por eso recuerda tú puedes ser la diferencia, tú eres el motor del bienestar y la armonía de tu mundo, cuando toques el mundo del otro que sea desde el respeto, la aceptación, la libertad y la delicadeza.