Hablamos tanto de cooperación, de trabajo en equipo, de relaciones sanas, se nos llena la boca, pero si frotamos un poquito en ese discurso, si observamos las acciones y las actitudes empezamos a ver qué hace aguas por todos lados.
Cuando hablamos de cooperación, hablamos de ayuda mutua, de buena voluntad, de equidad, de remar todos para el mismo lado para poder realmente avanzar. Pero cuando los intereses de unos y otros no son los mismos en su esencia, no son las formas que van a hacer que funcione.
Muchas cosas de las que decimos son conceptos que están muy bien, que nos hacen bien, pero cuando los llevamos a la práctica chocan con una realidad que es muy diferente. Es en esa realidad que hay que desarrollar nuestras capacidades, conocimientos, experiencias.
Toda dinámica relacional conlleva a una dinámica energética. En una relación de cualquier tipo, cada uno que participa aporta su energía, su mochila emocional, su espiritualidad, su ética, su propia historia y experiencia.
Para que realmente una dinámica de cooperación funcione, sea del tipo que sea y la cantidad de personas que sean, el compartir tiene que ser recíproco y equitativo en oportunidades de desarrollarse para cada uno, para que todos los integrantes se sientan cómodos y motivados al mismo fin. Cuando esto sucede, todos los participantes aportan lo mejor de sí en la búsqueda del bien común.
Cuando esto no sucede puede transformarse en situaciones que resultan negativas, que no progresan, que desgastan energética, emocional y mentalmente a los participantes en la experiencia, que no entusiasma, sino todo lo contrario, se transforma en fuente de problemas.
Las relaciones funcionan cuando existe reciprocidad, respeto y aceptación. Esas cualidades las transforman en algo que nutre interiormente a todxs lo que participan, que genera frutos en todas las direcciones. No podemos pretender que algo sea constructivo si sus integrantes solo se aprovechan del esfuerzo ajeno en beneficio propio, sin aportar al bien común.
Si realmente quieres participar en cuerpo y alma de las experiencias y de las relaciones, tu estado de consciencia, de vibración tiene que estar en estado de coherencia, tu discurso no se apoya solo en tus palabras, se sostiene en tus actitudes y acciones.
No te olvides que tú también eres parte de lo que vives, tú también puedes ayudar y cooperar para crear realidades diferentes, relaciones más sanas y entornos donde la armonía sea el principal ingrediente.
“No estamos obligados a continuar viviendo dentro de la crisis y el conflicto. El mundo no necesita permanecer violento y económica, social y ecológicamente insostenible. Podemos progresar hacia la armonía, la cooperación, las comunidades habitables y hacia un sistema de valores que nos alimente y nos sostenga, a nosotros y a todo lo que vive en la tierra.”
Ervin Laszlo
Paola Ostrowicz Fischman
Terapeuta energético y vibracional
Somos Armonía